Santa semana

Lo malo de ser el “chico nuevo” en la oficina es que eres el que se tiene que quedar de guardia en las vacaciones. El jefe se va de viaje, así que tengo que ponerme al frente del programa durante una semana. Y presentar el programa me gusta, pero siempre y cuando disponga de los medios necesarios para que el programa tenga al menos algo de calidad periodística e interés para los pocos oyentes que se queden en la ciudad en esta Santa Semana.

El problema es que los contertulios habituales ya me han dicho que la próxima semana ni están, ni se les espera. Evidentemente, si yo fuera economista o experto en finanzas, ya estaría camino de la torre en Llavaneras o preparando los esquís para echarme unos descensos por los alpes suizos.

Pero después de todo, éste es el peaje que hay que pagar por el ser el “chico nuevo”. Eso de ser el último en llegar tiene contrapartidas buenas. Alguna vez te invitan a un café con pastas, te explican esas interioridades propias de cada empresa (vigila con éste que es un chivato, vigila con ésta que es una gorrona). Colegas de la oficina, por favor, no os deis por aludidos.