Sagrada Familia

Soy barcelonés. Nací en esta ciudad hace 28 años, y hasta ayer no pisé la Sagrada Familia. Reconozco que la presencia de autocares y de oleadas de turistas había sido hasta la fecha un argumento bastante sólido para evitar una visita al templo de Antoni Gaudí. Y el domingo, desafiando al calor y a la marea humana, me adentré en esta colosal obra arquitectónica. La verdad es que ahora entiendo mejor el motivo por el que miles de millones de visitantes deciden pasar sus jornadas de vacaciones conociendo la capital catalana.